Claudio Herrera Jiménez
Nacido
en Santiago de Veraguas, en el interior de Panamá. Con aprecio por las
letras desde niño, un interés en que su madre, maestra de oficio, le impulsó en estos haberes y sueños. Hoy,
profesor universitario de Periodismo, con una licenciatura en ese disciplina y
luego una especialización en periodismo digital, las dos en la Universidad de
Panamá, centro donde también imparte sus clases.
Laboró en La Estrella de Panamá y en la agencia de noticias Acan-Efe.
claherjiz@hotmail.com
....................
Cuentos publicados en Nueva Literatura de Habla Hispana
Editorial Nuevo Ser,
Buenos Aires, Argentina. 2006.
ALERTA NARANJA
En el país de la cintura estrecha un titular
llamó la atención: “Alerta Naranja en el
Canal, declara Presidenta Mireya”. “No
se descarta que el misil se lance hacia uno de los más de mil puntos
vulnerables de la vía.”, decía el texto del tabloide Crizz.
El matutino invitaba a sus lectores a
responder por correo electrónico las siguientes preguntas: “¿Cree que el ataque
al canal se concretará en días?”.
“¿Estima usted que un ataque a la vía acuática tendrá lugar durante los
próximos seis meses?”.
Para Herlinda aquello no era un hecho
nuevo. En 1942, algo similar ocurrió: El Mundo Gráfico advirtió que los planes del
almirante Yamamoto incluían un ataque sorpresa para paralizar la vía.
La idea contaba con el valioso auxilio de
espías que eran barberos en la ciudad de Panamá, decía aquella versión
noticiosa de la Segunda Guerra Mundial.
Ella no quiere que su memoria centenaria le
traicione. Camina hacia la única
habitación de su casa, apoyada en un bastón con empuñadura de bronce gastada
por el uso. Llega hasta un baúl de caoba
en cuya tapa se lee en alto relieve: Herlinda Gatú.
Colgado en la pared, adornado por un fino
hilo de telaraña, se ve un certificado.
Está escrito con letras góticas y el texto dice: “El Gobierno de los Estados Unidos de América
confiere a Herlinda Gatú los méritos correspondientes como estudiante
sobresaliente de la misión Korokke. Dos
de marzo de 1942. Amador, Zona del Canal
de Panamá”. Un sello con el águila
emblemática del escudo norteamericano da fe del hecho.
Con una llave que carga como adorno en su
cintura, abre el mueble y se oye un chirrido mezquino. Se inclina con el esfuerzo de quien busca
algo caído en un pozo artesanal.
Con su mano derecha temblorosa,
levanta un recorte de periódico y lee:
“Crucigramas de la Guerra”. A
continuación, pasa su vista por la pregunta: Uno de los mejores almirantes del
mundo de la Segunda Guerra Mundial. Ve
la respuesta colocada en los recuadros correspondientes:
“IsorokuYamamoto”. Se ríe a carcajadas
durante diez minutos. Después, se sume
en un silencio que supera el tiempo de su desenfrenada risa.
En el piso, sin que ella lo perciba, pisa un
anuncio de periódico que informa: “Se
ofrece empleo para realizar trabajos comunitarios. Requisitos:
Ser joven (mujer u hombre) del interior de la República de Panamá y / o
de las comunidades limítrofes al canal.
Se analizarán las características físicas y personalidad del
aspirante. Se requiere presentar
certificado de estudios primarios y tener conocimientos de cocina. Acudir al edificio Theodore Roosvelt, en
Balboa, Zona del Canal de Panamá. Dos de
enero de 1942”.
Herlinda era del Rio Tulú, en el interior del
país. Los ojos de ironía, cabello negro
indio y el entusiasmo de sus manos le daban algo particular a su persona. Su nombre entró en las planillas de la armada
norteamericana en el renglón de servicios especiales de apoyo a la
comunidad. En la práctica, vendería
papas japonesas o korokke a los barberos nipones y oiría sus planes para luego
revelárselos a la inteligencia norteamericana. -¡Éste es el mejor
korokke…!-gritó con sarcasmo al firmar su conscripción.
El nuevo anuncio, ahora en 2004, le recordó
aquella experiencia y la de sus compañeros de contraespionaje: Ñato Lámpara, un apodo ganado en convertir la
mentira en verdad. Pretendía -en reciprocidad al éxito de su desempeño –
iluminar a su pueblo con miles de lámparas a gas pintadas de verde y con la
inscripción formilitary use only. El
trío lo completaba Roque Tanque, experto en oler combustible, quien previó un
resultado excelente. Como recompensa a
su coraje y capacidad, pediría que Panama Canal Company le regalara centenares
de tanques vacíos usados por el ferry boat y que permanecían desechados en
Diablo a orillas de la vía acuática.
Herlinda sacó el reporte, carcomido por el
tiempo, que resumía el resultado de aquella intrépida misión que pretendió
frustrar a Yamamoto:
“Entre dulces y lámparas…
Herlinada y Ñato estuvieron…
Ella trajo un Yamamoto…
Él, una lámpara de lata…
Y Roque, por su lado, un tanque
pero en maqueta…”.
SIETE PROVINCIAS TIENE PANAMÁ
-¡Siete provincias tiene Panamá! ¡Siete
provincias tiene el país del canal!, gritaba el hombre de Gariché, agitando en
el aire siete latas de betún de colores diferentes (y Siempre Listas como el
eslogan de los boys scouts) para los zapatos globalizados que vienen de
maquiladoras de Burundi y Borneo.
El pregón de este
geógrafo-historiador-limpiabotas, irrumpió en el coloquio de tres jubilados de
vida intelectual escolástica, empeñados en el conocimiento de la teología en el
café citadino de la vieja Plaza de Santa Ana.
El trío era un círculo de lectores que los
parroquianos lo denominaron “Los Etereos”.
Y fue un consenso que eran los únicos aptos para convocar a la gente del
café a hacer juicios de conocimiento.
Aquella tertulia, de pasos y altibajos
verbales sobre el pasado, presente y futuro del siete, recibió la interrupción
del pregón: -¡Siete provincias tiene
Panamá…!
Puti ganó la simpatía del grupo que lo eligió
como coordinador. Él era jubilado del
Cuerpo de Bomberos y lucía en su pecho la medalla al Honor Profesional y de
Servicios Distinguidos. Tras su retiro,
aún erguido como una regla escolar, decidió limpiar con su elocuencia los
escombros que dejaba la ignorancia en esos parques y cafetines centenarios.
Los viejos miraron, sin disimulo de enojo, al
intruso de este análisis “sólo para intérpretes de las sagradas
escrituras”. Puti no pudo callar su
enojo y sacó del bolsillo más inmediato el nuevo testamento, también el viejo
testamento y los posó con fuerza sobre una de sus rodillas. Una duda colectiva estremeció el ambiente.
-Mira, ese número era sagrado…¡No lo
menciones…!, dijo Puti a la vez que apretaba su ajado puño derecho y movía su
cabeza en zigzag. El silencio que siguió
fue de repulsa a la nueva tesis sobre geografía de Panamá. Afuera del local, una lluvia que empapa y no
empapa mojaba a los incautos.
El olor a café y cebolla pasó por
desapercibido ante las repeticiones del hombre de Gariché.
Las planas de los matutinos Crizz, El Panamá
que Quisiera y Diario Libre pero Estamos Atados, fueron subidas a la altura de
las cejas para despreciar al atrevido y así no ni un milímetro de su agitada
sonrisa. Hubo uno que, incluso, subía y bajaba el suplemento dominical con
lecciones de geografía patria, en cuya portada se leía un título atrevido y
singular en este debate: Panamá, país de siete provincias ricas en ricos.
-No entiendo cuál es la angustia que los
desespera, respondió a Puti el hombre de Gariché. Abriendo sus ojos enrojecidos por el reto,
preguntó: -¿Es que ustedes creen
interpretar los libros sagrados…? Esa es
tarea de sabios en los monasterios de Los Pirineos, en Los Alpes, lejos de esta
mezquina realidad que los agobia.
Ignoran las realidades que enturbian o hacen felices a los limpiabotas
de este territorio… ¡de las siete provincias…!
Puti lee una noticia: “Productos Kidwi convocan a concurso “El
Mejor Limpiabotas”, en Chiriquí y Bocas del Toro”. Un subtítulo dice: El hombre de Gariché ganó en siete.
......................
Comentarios
Publicar un comentario