Zaribel Alleyne Botacio
Licenciada en Derecho y Ciencias Políticas,
título obtenido en la Universidad de Panamá. Posee un postgrado en Mediación,
Negociación y Arbitraje expedido por la Universidad de Panamá. Con una vasta
experiencia, de más de 19 años de ejercicio de la profesión en el tema de niñez, adolescencia y derecho
de familia en Panamá.
Su
pasión por la escritura surge de la necesidad de transmitir a sus hijas
conocimientos que las acompañen durante su viaje por la vida. Así nace su
primera colección de cuentos no tradicionales a la que llamó: Un Regalo de
Amor. Cada una de sus historias, con una narrativa sencilla, conecta a sus
lectores con mensajes profundos que incitan a la reflexión y que se convierten
en instrumentos para la educación en valores de nuestros niños y niñas.
En el año 2013, presenta su segunda colección de cuentos infantiles nombrada "A Través de La Ventana". En el marco de la Feria Internacional del Libro en el año 2015, presenta su última colección, a la llamó “El Equilibrio Mágico”.
En el año 2013, presenta su segunda colección de cuentos infantiles nombrada "A Través de La Ventana". En el marco de la Feria Internacional del Libro en el año 2015, presenta su última colección, a la llamó “El Equilibrio Mágico”.
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Del
libro Un Regalo de Amor. Editorial Chen.
2012.
UN REGALO DE AMOR
Árboles
frutales rodean este parque.
Hay mangos,
naranjas, limones y toronjas.
¡Qué
espectáculo visual nos ofrece la
madre
naturaleza! Degustando los selectos
sabores
disponibles, hay un grupo de pajaritos
de
diversas especies.
Es
bastante fácil identificarlos, mira: hay
petirrojos,
también pechiazules y jilgueros.
Increíble
es ver cómo todos se acercan y comen
de las
frutas rápida y constantemente. ¡Qué
velocidad
se advierte en cada uno de sus
movimientos!
Por un
momento me transporto a un mundo sin tiempo y
horarios.
Contemplo absorta la perfección de los colores de estas
aves:
rojo, azul, verde y amarillo.
La
ligereza de sus movimientos y el destello de sus brillantes
colores,
me hicieron vivir un momento realmente mágico
del que
volví sobresaltada al ver cómo, frente a mis ojos, uno
de esos
perfectos y peculiares seres se precipitaba al suelo,
produciendo
un sonido que nunca, nunca olvidaré.
Fui
testigo de la forma en la que poco a poco se le escapaba
la vida,
alarmada me acerqué para tomarlo en mis manos y
pude
escuchar una risa que estremeció lo más profundo
de mi
ser.
La
confusión se apoderó de mí, no lograba entender una relación lógica
entre la
risa que escuché y el momento tan doloroso
que segundos antes había presenciado.
-¡Otro!
-¡Uno
más! -gritaba un niño que
apareció
en el entorno con una
resortera,
celebrando su mala acción.
-¿Por
qué has matado a este animalito? -le pregunté angustiada. Me miró despectivamente
al tiempo que
cuestionó:
-¿Por
qué tantas preguntas señora, si no le hecho
nada a
usted? Se trata de un simple pájaro que no
le
pertenece a nadie. Mis amigos y yo estamos
jugando
-fue la fría respuesta del niño,
mientras
enseñaba a los demás su
trofeo.
-¿Cuántos
años tienes?
-pregunté
curiosa.
-Ocho
-me respondió
haciendo
un gesto de
fastidio.
-¿ Sabes
que aún tienes
mucho
que aprender y un
mundo de
experiencias por
vivir?
-le comenté sintiendo
compasión
por él.
-¿Aprender?
¿Sobre qué?
¿Será
sobre pájaros y
otros
inútiles animales?
-me
contestó en un tono
irónico.
A punto de estallar
ante
tanta indiferencia e
irrespeto,
recordé su corta
edad y
le pregunté:
-¿ De
dónde sacaste la resortera? ¿ Acaso te la compraron tus
padres?
-pregunté tratando de conocer detalles sobre su vida.
-¡Noooo,
la hice con mis amigos! –respondió evidentemente molesto.
¿Ah y
tus padres saben lo que haces cuando no estás con ellos?
-pregunté
intentando que reflexionara.
-¡De
seguro no les importa y a usted tampoco debería importarle! -contestó cortante.
-Parece
que desconoces la regla inmutable.
- ¿Qué
regla?
¡Ni la
conozco, ni me importa conocerla!
-¡Escúchame!
-le dije en tono enérgico.
¡Es
simple y nadie puede escapar de ella! –seguí hablando aprovechando su presencia
en el
lugar.
-Al
hacer el bien, recibirás toda clase de bendiciones,
como
consecuencia de tu acción buena. Pero, si decides
hacer el
mal, en cualquier sentido, solo mal recibirás en
igual
proporción al daño causado y un poquito más –le advertí.
Por
segundos, el niño me miró fijamente, pero en sus ojos
no pude
ver el más mínimo arrepentimiento, mientras
repetía
con una voz burlona la regla que minutos antes
había
compartido con él.
-Esa
regla es para tontos -reía a
carcajadas
mientras se alejaba
del
lugar junto a los
otros
infantes que lo
acompañaban.
Permanecí
en silencio durante algunos minutos
tratando
de reconstruir en mi mente, cuanta
vida e
intensidad de movimientos llenaban aquel
cuerpo
que en estos momentos se mantenía
inmóvil.
A pesar
de la experiencia vivida, los colores
y olores
que logré descubrir en aquel parque,
hicieron
que regresara una y otra vez al mismo
lugar.
Aquel
sitio se convirtió en mi refugio, al que
llegaba
agobiada por las preocupaciones que cada día cubrían
mi alma
y del que salía liberada y lista para vivir a
plenitud
un nuevo día.
Fue así
que después de pocas semanas de aquel triste
incidente,
me sorprendió volver a ver a aquel niño, que
proyectaba
una actitud totalmente distinta a la que recordaba.
Esta vez
no se escuchaban risas, ni un lenguaje
corporal
que evidenciara orgullo, exaltación e
indiferencia.
Por el
contrario, observé un niño triste y cabizbajo
que
apenas logró articular estas palabras:
-Señora,
no sé cómo se llama, pero quiero que sepa
que
nunca la olvidaré. Hace unas semanas no entendí
el
consejo que me dio y para decirle la verdad no me
gustó
escuchar lo que dijo.
-Pero el
pajarito que usted sostuvo en sus manos el día en que nos conocimos, fue el
último al que maté.
Al día
siguiente traté de hacer lo mismo
con otra
ave, pero al intentarlo, la piedra corrió en dirección opuesta y golpeó uno de
mis ojos-me dijo con gran pesar, mientras continuaba explicando: el rostro que
ve hoy es el de un niño arrepentido.
Desde
ese momento, respeto y comparto con cada persona que me lo permita, aquella
lección de amor que usted amablemente me regaló y que desde el día de mi
accidente me acompañará por siempre:
AI hacer
el bien, recibirás toda clase de bendiciones, como consecuencia de tu acción
buena. Pero, si decides hacer el mal, en cualquier sentido, solo mal
recibirás
en igual proporción al daño causado y un poquito más.
Fin
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Lady Butterfly
Érase
una vez una linda mariposa, cuyo color azul
intenso maravillaba a quienes la veían. Lady
Butterfly,
como
se hacía llamar, pertenecía a la especie conocida
como
Morfo, que algunos llaman Azul Real.
Ella,
nuestra distinguida
amiguita,
sabía de su hermosura
y
encanto, por lo que cada vez
que
era admirada, movía con
orgullo
sus alitas, levantaba su
cara
y emprendía el vuelo sin
cruzar
palabra alguna con las
demás
mariposas del área.
Su
actitud distante y poco amigable, le ganó la antipatía de sus iguales, al punto
que a su paso, se escuchaban murmullos que daban cuenta de lo presumida que era
y del poco respeto que sentía por los demás.
Cierto
día, como de costumbre, Lady Butterfly
revoloteaba
sobre las violetas, sus flores favoritas.
Se
deleitaba con su néctar, cuando repentinamente
sus
alitas chocaron contra otro cuerpo:
¡PUM!,
¡Oh, disculpe!
Se
escuchó decir a una voz nerviosa,
¡Disculpe,
Lady Butterfly!
¿Cómo
no te fijas por donde vuelas?
Le
has hecho daño a mis hermosas alas - contestó visiblemente enojada Lady
Butterfly.
-
Ah, si eres tú, la mariposa
más…
desagradable que he visto en mi
espectacular
vida.-continuó Lady Butterfly-.
Ante
tan hiriente comentario, Dorotea, la
mariposa
más desagradable que había visto
Lady
Butterfly en su vida, pidió disculpas
una
vez más y llorando se alejó del lugar,
mientras
nuestra presumida amiguita,
sacudía
cuidadosamente sus alas.
Comentarios
como el anteriormente
narrado,
eran frecuentes en la vida de nuestra
Lady
Butterfly, cada vez que alguien se
atravesaba
por su camino, estaba tan llena
de
sí misma… Hasta que un día…
¡Oh,
qué mañana tan hermosa! Es completamente
digna
de mí, la perfección hecha mariposa –comentaba
Lady
Butterfly mientras admiraba su reflejo en una
laguna
cercana-. Estaba tan absorta observándose, que
no
advirtió que no era ella la única que la miraba, sino
que
Julius también se percató de su belleza.
Julius
era un niño caprichoso a quien sus padres
nunca
le negaban nada y ese día, a esa misma hora,
había
salido a estrenar su recién comprada “red
atrapa
mariposas”.
Así,
en un momento determinado,
sin
prestar atención a su entorno,
Lady Butterfly voló frente a Julius,
quien
maravillado por el peculiar
color
que reflejaba el insecto, se
fue
tras ella con su nuevo juguete y
luego
de unos minutos….
¡Zas!!
Oh, ¿qué sucede? -Preguntaba
inquieta
Lady Butterfly-, mientras
innumerables
hilos rodeaban su
diminuto
cuerpo.
Justamente
en ese momento, Julius, haciendo
gala
de su curiosidad infantil acercaba a su
rostro
el premio alcanzado, quedando aquellos
enormes
ojos frente a una contrariada Lady
Butterfly
que de golpe entendía que no gozaría
de
la libertad acostumbrada y que su destino, a
partir
de ese momento, era incierto.
Mientras
el mundo se detenía
para
Lady Butterfly, en la mente de
Dorotea
– quien lo había visto todo-,
había
una tormenta de pensamientos,
que
le impedía moverse tan rápido
como
pensaba:
¡Es
Lady Butterfly! ¡La atraparon!
¡Está
en peligro! ¡Debo ayudarla!
¿Con
quién podré contar?- Se preguntaba Dorotea-.
Inmediatamente
recordó el
incidente
en el que había sido
humillada
y llegó a sentir una
malsana
satisfacción por la desgracia
de
Lady Butterfly.
Sin
embargo, pudo más la nobleza
de
su corazón y su instinto de
preservar
su especie, por lo que a través
de
sonidos, como se comunican
las
mariposas, solicitó la ayuda
de
todas las mariposas posibles,
explicándoles
el riesgo por el que
atravesaba
una de ellas.
Poco
a poco, se fueron acercando a Julius y en cuestión de segundos
se
agolparon en la cara del niño, quien al no tener visibilidad, cayó
estrepitosamente,
soltando en ese momento la aterradora prisión que
oprimía
el espíritu libre de Lady Butterfly.
Al
poco tiempo, una nueva esperanza
llegó
a su vida, cuando Lady Butterfly
descubrió
que ya no tenía ataduras y
que
su camino dependía de su elección.
De
esa forma, y sin rumbo determinado,
emprendió
su vuelo, perdiéndose entre
los
arbustos.
A
la mañana siguiente, reinaba la
tranquilidad
en el jardín de violetas
y
mientras los peculiares insectos
degustaban
el preciado néctar, hizo su
entrada
triunfal Lady Butterfly, solo que
esta
vez era diferente a las anteriores.
Hubo
un silencio total y luego los
presentes
escucharon decir:
¡Buenos
días! ¿Cómo están todas?
Oh,
Lady Butterfly, ¿cómo te sientes? –preguntó Dorotea.
-
Muy bien, querida amiga –contestó Lady Butterfly
-Realmente
quiero aprovechar esta
ocasión
para agradecerles a todas el
hermoso
gesto que tuvieron conmigo.
Sé
que arriesgaron sus propias vidas
para
salvarme y con su acción me
demostraron
lo que verdaderamente
significa
una amistad - continuó hablando Lady Butterfly –
Con
todas estoy muy agradecida, pero nunca
olvidaré
que quien lideró mi rescate fue una
pequeña
amiga que humillé y de cuyo físico me
burlé;
pero que con su actuar me demostró una vez
más
que en la humildad está la grandeza.-
Por
esa razón quiero expresar
que
eternamente estaré en deuda
con
Lady Dorotea. Sí, sí, estoy
hablando
de la misma Dorotea que
todos
conocemos, de esa amiga
especial
cuya fortaleza y luz nacen
de
su espíritu, por lo que nunca
se
marchitarán, realmente es ella
quien
merece ser distinguida con
el
título de Lady.
De
hoy en adelante me gustaría
que
me llamaran amiga,
porque
me han enseñado,
con
su ejemplo, el verdadero
significado
de la amistad.
En
ese momento, un ambiente
de
ternura, solidaridad y buenos
sentimientos
invadió el jardín de
violetas
y los jardines aledaños.
Por
generaciones y generaciones se
repetían
unas a otras, la historia de Lady
Butterfly,
explicándoles, como parte
de
la convivencia en el mundo de las
mariposas,
que si bien es cierto, algunas
se
distinguen por sus hermosos colores,
la
belleza física perece, mientras que la
amistad,
la humildad y la solidaridad,
entre
otros valores, perduran por
siempre.
Fin
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